El que cree en el Hijo tiene vida eterna. Juan 3:36.
Cuando el alma se entrega a Cristo, un nuevo poder se posesiona del nuevo corazón. Se realiza un cambio que ningún hombre puede realizar por su cuenta. Es una obra sobrenatural, que introduce un elemento sobrenatural en la naturaleza humana. El alma que se entrega a Cristo. llega a ser una fortaleza suya, que él sostiene en un mundo en rebelión, y no quiere que otra autoridad sea conocida en ella sino la suya. Un alma así guardada en posesión por los agentes celestiales, es inexpugnable a los asaltos de Satanás.
Cristo está dispuesto a impartir todas las influencias celestiales. Conoce todas las tentaciones que asaltan a los humanos y la capacidad de todo instrumento humano. Mide su fortaleza. Ve el hoy y el mañana, y presenta ante la mente las obligaciones que debe cumplir, e insta para que no se permita que las cosas comunes y terrenales absorban las eternas de tal modo que se pierdan de vista.
Los dones de su gracia mediante Cristo son gratuitos para todos. No hay elección, excepto la propia, por la cual alguien haya de perecer. Dios ha expuesto en su Palabra las condiciones de acuerdo con las cuales se elegirá a cada alma para la vida eterna: la obediencia a sus mandamientos, mediante la fe en Cristo. Dios ha elegido un carácter que está en armonía con su ley, y todo el que alcance la norma requerida, entrará en el reino de la gloria.
¡Qué posición exaltada la de ser identificados con uno en quien se centra toda perfección, quien es verdaderamente la Majestad del cielo, pero quien, aunque caídos, nos amó tanto que las palabras no pueden expresarlo! Por nosotros él depuso su manto real, descendió del trono del cielo y condescendió hasta vestir su divinidad de humildad y llegó a ser como uno de nosotros, pero sin pecado, para que su vida y carácter sean el modelo que todos copien, y para que puedan tener el precioso don de la vida eterna.
Libro "Cada Día Con Dios" Pagina, 13
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